Grupo Mario Bravo (GMB), líder en la transformación de residuos desde 1970, a través de su empresa Reciplásticos, presenta su nueva línea industrial, através de su planta de transformación de plástico PET en pellets grado alimenticio en Guayaquil. Esta instalación no solo aumentará la capacidad de reciclaje de plásticos PET, sino que también fortalecerá el compromiso de la empresa con la sostenibilidad y la economía circular en Ecuador. La nueva planta, que representa una inversión de $15 millones, está equipada con tecnología austriaca de punta, que cumple todos los estándares para la peletización de plásticos recuperados a grado alimenticio. Esta inversión se suma a las iniciativas anteriores del grupo, con el objetivo de aumentar significativamente la eficiencia y la calidad del reciclaje, reduciendo la necesidad de materia prima virgen y promoviendo la reutilización de materiales en la cadena de producción.
La planta incorpora tecnología avanzada que permite la certificación de grado alimenticio para los pellets de plástico. Pero, ¿Qué es un Pellet Grado Alimenticio? Es un tipo de plástico reciclado que ha sido procesado y descontaminado para cumplir con los estrictos estándares de seguridad y calidad requeridos para su uso en la fabricación de envases y productos que estarán en contacto directo con alimentos y bebidas. Este proceso incluye la recolección de botellas de PET, su lavado, molienda y posterior peletización, asegurando que el material reciclado esté libre de contaminantes y apto para el uso alimentario.
Los pellets de grado alimenticio son esenciales para fomentar la economía circular en la cadena, ya que permiten la reutilización de plásticos en lugar de depender de materias primas vírgenes, reduciendo así el impacto ambiental y promoviendo la sostenibilidad. Este proceso no solo garantiza la calidad del producto final, sino que también abre nuevas oportunidades de mercado tanto a nivel nacional como internacional.
La nueva planta tiene la capacidad de procesar hasta 3.5 millones de botellas diarias (900 millones de botellas al año), lo que representa un impacto positivo tanto en el aprovechamiento de un residuo, como en la generación de empleo y dinamización de la economía local. El cual beneficiará directamente a más de 15,000 recicladores mejorando las condiciones laborales y económicas, asegurando una cadena de reciclaje eficiente y justa.
